domingo, 28 de febrero de 2010

El incierto nuevo rostro de la integración


UNA AGENDA cargada de temas candentes y marcadas diferencias políticas entre sus países miembros, heredará la nueva organización regional, sin influencia de Estados Unidos y Canadá, acordada el pasado martes en México por los gobernantes de América Latina y el Caribe.

La nueva organización (la que todavía no tiene nombre, ni forma ni reglas definidas) "deberá prioritariamente impulsar la integración regional con miras a la promoción de nuestro desarrollo sostenible, impulsar la agenda regional en foros globales y tener un mejor posicionamiento ante acontecimientos relevantes mundiales", dijo el anfitrión, el presidente mexicano Felipe Calderón, en la clausura del encuentro.

En el próximo encuentro, en julio de 2011 en Caracas, los representantes de los gobiernos deberán definir los lineamientos del nuevo bloque al que se integrarán el Grupo de Río, un ámbito latinoamericano de concertación política, y la Cumbre de América Latina y el Caribe. En 2012 volverán a verse las caras en Chile.

Con ese acuerdo, los asistentes salvaron virtualmente una reunión en la que no se vislumbró una convergencia de dimensiones mayores. "Es viable el nuevo organismo, es un espacio político, cultural y económico que tiene mucho más que ver entre ellos mismos que con Estados Unidos y Canadá. Pueden mucho más fácilmente compartir una serie de puntos en la agenda", dijo el analista Alexander Main, del no gubernamental Center for Economic and Policy Research, de Estados Unidos.

El lunes, el presidente venezolano Hugo Chávez y su par colombiano Álvaro Uribe se engarzaron en un feroz duelo verbal, interrumpido rápidamente por la intervención de Calderón y su homólogo cubano Raúl Castro. De hecho, esa rispidez es la primera prueba que la Comunidad deberá afrontar y que fue abordada mediante la creación del "Grupo de amigos" de Colombia y Venezuela, presidido por el gobernante de República Dominicana, Leonel Fernández, y acompañado por México y Brasil.

Caracas y Bogotá están enfrascadas en un conflicto vinculado a la creciente presencia militar de Estados Unidos en el territorio colombiano. Además, el presidente Álvaro Uribe un exponente de la derecha, y su par venezolano, Chávez, quiere instaurar en su país el "socialismo del siglo XXI".

Para el presidente del centro de análisis Diálogo Interamericano, Michael Shifter, el nuevo foro político plantea más preguntas que respuestas. "Yo no diría que es una amenaza, sino un desafío, pero no sólo para Estados Unidos sino para los propios países latinoamericanos", dijo.

Por su parte el analista costarricense Jorge Poveda consideró que "los organismos regionales, desde la OEA que es transregional, hasta los más modestos en términos de cobertura geográfica o específica de reciente factura, exhiben planteamientos teóricos de altas intenciones, pero logros de bajas proporciones".

Los mandatarios condenaron en Cancún el bloqueo económico estadounidense contra Cuba, respaldaron a Argentina en su reclamo contra la decisión de Londres de iniciar la exploración petrolera en las australes islas Malvinas, ocupadas por Gran Bretaña, y ratificaron su apoyo a la reconstrucción del caribeño Haití, devastado por el terremoto del 12 de enero.

¿Y la OEA?

El caso de Honduras, ausente en Cancún a raíz del golpe de Estado que se perpetró el 28 de junio contra el entonces presidente constitucional Manuel Zelaya, no concitó mucha atención en las sesiones, aunque se duda que pueda ser aceptado en la nueva Comunidad. La declaración de 88 párrafos no menciona a la nación centroamericana, suspendida en casi todos los foros regionales e internacionales.

"No podemos aceptar ni en broma que esta experiencia de juntas militares de Honduras prevalezca en otros países de América Latina y del Caribe, porque dentro de poco resuelven entender que cualquiera de nosotros está de más y por lo tanto nos apartan para que ellos pongan el orden", dijo el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva.

Guatemala y Panamá reconocieron al nuevo presidente hondureño, Porfirio Lobo, triunfador en los comicios del 29 de noviembre e investido presidente en enero. Pero no lo han hecho México, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina y Brasil, entre otros.

El Grupo de Río, hasta ahora el foro político más influyente en América Latina, surgió en 1986 como un esquema de diálogo y consulta para promover la democracia y la solución pacífica de diferencias. En 2008 acogió a sus miembros más recientes, Cuba, Haití y Guyana, para sumar 22 países adherentes.

La aparición de la Comunidad coloca un signo de interrogación sobre la OEA, de la que no participa Cuba, pese a que el año pasado se removieron las resoluciones que suspendían su membresía plena, ni Honduras, suspendida el año pasado tras del golpe de Estado contra Zelaya.

La definición en marzo de quién ejercerá la secretaría general de la OEA permitirá vislumbrar su futuro.

"Estados Unidos está desconectado de la realidad latinoamericana. Este acuerdo puede ser una respuesta a la lejanía de Estados Unidos hacia América Latina", señaló Main.

Pero no se descarta que Washington consiga influir en la nueva Comunidad a
través de sus aliados, como Colombia.

La cumbre "renueva nuestra convicción de que los pueblos latinoamericanos y caribeños debemos contar con un nuevo y reforzado mecanismo que, además de trazar el rumbo de la integración regional, permita dirimir las diferencias de manera razonable", remarcó Calderón, quien entregó la secretaría temporal del Grupo de Río a Chile, en la figura de su presidenta Michelle Bachelet.

"No es cierto que América Latina sea un bloque, menos un bloque unido, salvo por la continuidad geográfica. ¿Y cuál es la estrategia para lograr la creación de un bloque que supere esa severa limitación? Ciertamente, sobre las mismas bases ideológicas-políticas no lo vamos a lograr", apuntó


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